Me siento inmensamente afortunado de trabajar compaginando dos facetas que amo profundamente; la de músico y violero. Construir un instrumento a partir de unos tablones cortados en bruto es de por sí una experiencia muy satisfactoria que se intensifica y toma sentido máximo cuando encuerdo un nuevo instrumento y toco la música de los grandes maestros del laúd y la vihuela que han sido parte fundamental de mi vida en los últimos 30 años.

Concibo la interpretación y la construcción de laúdes e instrumentos históricos de cuerda pulsada como facetas de una misma disciplina. La práctica de ambas aporta una visión integral, proporcionando un mayor grado de comprensión de la profesión de violero. Este enfoque, además de ser inspirador, se traduce en resultados prácticos. Con este método de trabajo, un instrumento empieza principalmente como una concepción de un sonido particular, determinado por el tipo de instrumento y su repertorio y moldeado por mi experiencia y mi gusto particular y en cierta medida también la del cliente. Trabajando la madera cuidadosamente seleccionada, busco su resonancia mientras le voy dando forma hasta que ese sonido ideal se convierte en realidad.